Desde pequeño he tenido la suerte de tener una pequeña parcela llena de árboles: robles, pinos y árboles frutales, en la cual de manera natural muchas aves insectívoras anidaban. Aun así, con ayuda de mi padre hemos intentado facilitar siempre estas labores de cría, especialmente a las aves insectívoras tan beneficiosas para nuestros campos.
Estas aves insectívoras se alimentan en muchas ocasiones de insectos considerados «plagas», que atacan tanto a los árboles frutales como a los pinos (las orugas procesionarias). Además de las procesionarias, en los últimos años ha aparecido otra «plaga», el chinche del pino piñonero, que es devorado con avidez por estas pequeñas aves. Por tanto hemos generado una simbiosis en la cual nosotros disfrutamos de la presencia y la actividad de estas aves, y las aves encuentran zonas seguras para anidar.
Colocación de cajas nido para aves insectívoras
Los principales propósitos de la construcción de estos habitáculos son 2. Por un lado evitar que los depredadores puedan acceder al nido y llevarse los huevos o los pollos. Por otro lado intentar acondicionarlas para que sólo puedan ser utilizadas por aves insectívoras (principalmente pequeños pajarillos), pues hay otras aves mucho más abundantes como los gorriones que también podrían utilizarlas.
Si queremos tener éxito, además de su colocación, es importante aportar alimento en los meses invernales y agua durante el verano. Dependiendo de la zona en la que estemos, el alimento puede ser más o menos importante. Por ejemplo mi padre coloca cajas nido en un pueblo de Salamanca en el cual durante muchos días en invierno las temperaturas son muy frías y allí el alimento es muy importante. Yo vivo en Extremadura, con inviernos mucho más benignos y aquí el alimento puede ser un plus pero no es imprescindible.
El acceso a agua en verano sí que es fundamental, ya sea en nuestra parcela o en otras colindantes. No obstante cuanto más cerca tengan el alimento y el agua, mejor tomarán nuestras viviendas. Y sobre todo, se acostumbrarán a vivir en la zona durante todo el año, ayudando a mantener a raya las plagas de insectos.
Ubicación
En primer lugar es clave la ubicación. Debemos ponerla a suficiente altura para que no puedan acceder depredadores terrestres, y por supuesto en lugares querenciosos. Una buena opción es colocarlas en el tronco de un árbol, de modo que podamos observar las aves a distancia o incluso colocar una cámara de fototrampeo para poder fotografiarlas. El uso de la cámara nos ayudará a identificar las especies que toman las cajas. ¡Os aseguro que a veces os podréis llevar sorpresas!
Es importante no molestar a estas pequeñas aves en sus tareas de incubación y alimentacion de sus polluelos. Por tanto las cámaras de fototrampeo, aunque no tengan la mejor calidad, siempre van a ser una buena opción.
Construcción y materiales
En segundo lugar tenemos que tener en cuenta el material. Normalmente utilizamos materiales «reciclados» como trozos de madera o plástico sobrantes de algunas pequeñas obras que hacemos en la parcela. También podemos coger trozos de bloques o cualquier otro material que pueda servirnos para crear un habitáculo en el cual las aves se encuentren seguras. Muchas veces no es necesario hacer una gran inversion sino que es suficiente utilizar los materiales que tengamos a mano. Lo que si es importante es la solidez. Una caja más pesada y robusta les protegerá mejor de las inclemencias del tiempo y no será cimbreada con facilidad por el viento.
Las cajas nido de varios «pisos» son muy útiles ya que pueden llegar a criar varias parejas de diferentes especies en la misma caja nido. Eso sí, rara vez criarán dos parejas de la misma especie en la misma caja, pues son bastante territoriales.
Entrada
Por último y quizá lo más importante, debemos construir una entrada del tamaño exacto para que sólo puedan acceder las aves que queremos. Aquí sólo podremos evitar que entren aves de mayor tamaño al que nos gustaría. Ahora bien, también puede darse el caso de que entren aves de menor tamaño. Generalmente todas las aves de pequeño tamaño son insectívoras, así que seguiríamos cumpliendo con el objetivo, que es facilitarle refugio y sus labores reproductivas.
En realidad es indiferente que esa caja la utilice un carbonero, un herrerillo un agateador o un trepador azul, lo importante es que les resulten útiles. En el peor de los casos nadie utilizará la caja pero al menos lo habremos intentado. Espero que si tenéis el tiempo y el espacio idóneo os animéis a intentarlo. El simple hecho de que un ave salvaje decida «aceptar» nuestra ayuda y le facilite sus labores de cría es algo que a cualquier amante de la naturaleza le llenará.